Hoy escribo mi tercera nota en esta prestigiosa revista.
Desde la primera, escrita ya hace varios meses atrás (julio 2020), podemos decir que en estos momentos la pandemia tiene los peores indicadores en cantidad de contagiados y personas fallecidas. En aquel entonces los uruguayos, nos cuidábamos mucho más, hacíamos la cuarentena a raja tabla, y aprovechamos ese especial momento para reflexionar sobre nuestra vida personal, nuestra vida profesional, parecía que todo había cambiado y en realidad, todo había cambiado.
Cuando hablamos de temas personales nos referimos a ese pensamiento que la pandemia (como en la serie El túnel del tiempo, estoy algo viejo) nos hizo ir al pasado y recordar y replicar aquellas épocas donde nos dedicábamos, entre otras cosas a cocinar, elaborando la comida en casa y no a calentar comida de rotisería, nos sentábamos a conversar en largos almuerzos y cenas con sobremesa, dándole menos atención a la tecnología (celular, TV, computadora, etc). Recuperamos las conversaciones con nuestros hijos, esposas, padres, amigos, ¿lo recuerdan?, nos pasábamos horas cocinando, conversando, volvimos a retomar la lectura, a hablarnos por teléfono con los amigos, volvimos a estar en familia y no quiero decir que ahora no estemos en familia, sino me refiero a estar en familia como era antes, allá por los 70´s cuando nuestras abuelas nos hacían los ñoquis del domingo (quién, de mi generación no los hizo con un tenedor disfrutando ese momento) y estábamos todos unidos junto a la mesa. O sea, podemos decir que la pandemia nos devolvió el “tener tiempo” y este pasaje corresponde a esa etapa de la pandemia del 2020.
¿Vamos ahora al plano laboral de esta etapa?, hubo y hay diferentes afectaciones, desde cierre de empresas, empleados enviados al seguro de desempleo, despidos, teletrabajo, etc. ¿y que descubrimos?, que podíamos hacer lo mismo que hacíamos en la oficina, trabajando desde casa. Seguramente hubo muchos casos que por temas tecnológicos (Wi Fi, computadoras, etc.) o edilicios (demasiadas personas en espacios reducidos) esto no se cumplió, pero estoy generalizando. Optimizábamos el “tiempo” porque no teníamos que viajar, no teníamos temas de vestimenta, de almuerzos fuera de casa, etc. Casi casi podíamos estar trabajando en pijama y éramos tan eficientes como cuando estábamos sentados en la oficina. En ese momento pensábamos “esto cambió para siempre”, el trabajo ya no volverá ser como era, decíamos que la “nueva normalidad” iba a ser distinta, otra vez aclaro, debe haber muchos casos que no coinciden con estos comentarios, pero estoy generalizando, y empezó a pasar el tiempo, el “tiempo”, recuerden la letra de la canción “Como pasa el tiempo”, del Cuarteto de Nos “Decimos que queremos ser inmortales y no sabemos que hacer en un día de lluvia” y eso se empezó a reflejar en nuestro encierro como un día de lluvia, nos empezamos a aburrir en casa, queríamos salir a hacer cualquier cosa, empezamos a quejarnos de temas sin relevancia, es cierto, la cuarentena se extendía algo más de lo deseado, pero mucho menos que en el resto de los países y a nadie le gusta que le coarten la libertad, aún encerrado en su propia casa y especialmente cuando ve o mejor dicho cuando “no ve” a ese virus invisible y empieza a sentir que todo es “normal”, por lo cual, la “nueva normalidad” se empezó a parecer a la “vieja normalidad”.